Una grabadora que espera

Dominguet escuchando cancioncillas grabadas con su voz

Voces, cancioncillas, los prescindibles y los de siempre

Dominguet mira una pequeña grabadora digital anbandonada sobre el sofá. Quiere grabar los recuerdos de su madre antes de que se desvanezcan en la nada.

Pero no encuentra el momento de poner las pilas. Si por lo menos existiera una tradición oral familiar que transpasara las barreras generacionales, mantendría una cierta coherencia antitecnológica, o quizá, si cada antepasado hubiera escrito una breve biografía, ni siquiera tendría que memorizar las aventuras y desventuras familiares. Dominguet mira con desconfianza la grabadora. Podría tararear o silbar melodias y grabar inciertas canciones para 2022, algunos poemas, o algo parecido a un discurso para escucharlo en su tiempo libre. ¿Pero hay algo que decir? ¿Qué fué de las miles de millones de voces de seres anónimos y desconocidos que han muerto o morirán proximamente? Ah, claro, se me olvidaba, ellos eran los prescindibles. Entonces mejor escuchar las mismas biografías de siempre y fascinarnos. Cada vez que Dominguet abre un libro de historia es como si le escupieran en la cara. Pero Dominguet tiene un paraguas antiescupitajos. No lo tiene, pero lo va a mangar.