lunes, 11 de abril de 2011

Problemas con el manzanito de Dominguet


Una de las naves espaciales se precipitó junto al pinar que hay frente al pisito donde vive Dominguet. En la fotografía, unos vecinos tratando de salvar a un humanoide violaceo entre los amasijos de policloruro.
(ya sabiamos nosotros que en cuanto se abandonara el cartón por el plástico y los pedales por los motores, los accidentes serían espectaculares)

¡Se muere, el manzanito se muere!

Han llegado con sus naves espaciales a pedales y aterrizan en los alrededores del piso de Dominguet. Está preocupado; su manzanito no florece.

El manzanito no florece. Y han llegado gentes de color azul, magenta, cyan, amarillo y verde, con tres ojos, cuatro lenguas, cinco brazos, seis dedos en cada mano. Han aparcado sus naves espaciales a pedales en el patio y han llamado a la puerta. "Queremos ver el manzanito"-dicen- Y Dominguet les prepara una taza té. Se reunen alrededor de la mesa y se miran a los ojos, de vez en cuando alguien se levanta y tira una piedra desde la ventana a los coches que no cesan. Permanecen en silencio, solo roto por alguna risa lunática, y hacen pompas de jabón por si acaso resultara. Todo vale. Se concentran, invocan a espíritus de árboles muertos, bailan, hacen muecas y hablan al manzanito mediante el lenguaje de signos. En un intento desesperado por salvar la vida del manzanito, los hombrecitos multicolor de los confines del cosmos han decidido cambiarle el nombre al manzanito, dándole el de Chaya, que en hebreo significa "vida"

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