domingo, 24 de abril de 2011

Un texto inacabado para una de las de las millones de novias que tiene Dominguet

Dominguet en un huerto urbano y en un mercadillo en Detroit

Notas

Dice Ramón “Imaginar cómo se producirá esa Quiebra y ese largo declive, y de que manera podemos influir en su plasmación desde una perspectiva emancipatoria y sustentable” me ha llevado a recordar una cita de Ken Knabb en “El placer de la revolución” en la que nos cuenta  que “Marx consideraba presuntuoso intentar predecir cómo vivirían las personas en una sociedad libre `les  tocará a ellos decidirlo, cuando y qué quieren hacer, y qué medios emplear. Yo no me siento capacitado para ofrecer ningún consejo en esta materia. Presumiblemente ellos serán tan inteligentes como nosotros´ Es cierto. Sin embargo, si Marx hubiera sido un poco más explícito acerca de lo que imaginaba, habría sido un poco más difícil para la burocracia estalinista fingir que  llevaban a cabo sus ideas” Decía Ken Knabb


“La Quiebra del capitalismo Global” nos ayuda a imaginar la sociedad postfosilista que ya está aquí, llamando a las puertas de la sociedad industrial e hipertecnológica. Nos señala Ramón “El encarecimiento y la escasez creciente de energía disponible cambiará pués  el  paisaje productivo, tecnológico, territorial, social, político y cultural, y hasta simbólico de forma determinante”  En este sentido me pregunto cómo afectará al trabajo el colapso energético. Ramón nos cuenta que “La sustitución del trabajo animal por máquinas se frenará, la automatización generalizada entrará en crisis profunda y se iniciará muy probablemente un lento retorno del trabajo humano y animal en los procesos productivos y reproductivos. Y ello supondrá la vuelta de una nueva conflictividad social, al ir desapareciendo los esclavos energéticos”

 Es entonces ahora el tiempo de imaginar, pero quizá no sea necesario imaginar demasiado. Podemos observar algunos cambios que ya están aconteciendo, ahora, en tiempo real; en Detroit, la gran urbe, en plena implosión,  ha pasado de dos millones de habitantes a menos de ochocientas mil personas.  Los nietos de los que abandonaron la vida rural para engrosar las plantillas de las fábricas de automóviles, ahora cierran el círculo y  vuelven a cultivar la tierra. La agricultura urbana en Detroit abastece el 15% del consumo de verduras de la ciudad. La ciudad está encogiendo. En Cuba, tras la caída de la Unión Soviética y las severas restricciones en hidrocarburos y su particular crisis energética, se desarrolla por todo el país la agricultura urbana. La agricultura industrial en Cuba solo es capaz de satisfacer la necesidades alimentarias del 20% de la población, la relocalización de la agricultura orgánica ha vuelto a las ciudades para quedarse. Cuando nada funciona se vuelve a la tierra. De una cosa estamos seguros; que la ciudad, en pleno derrumbe, volverá a florecer.

Durante el  Periodo Especial, en Cuba, se desviaron los  terrenos destinados a la construcción de hospitales y polideportivos  al uso agrícola. ¿Qué alternativas existen, hoy, de bajo nivel de consumo energético a los sistemas de salud? ¿Qué semilla existe, que pueda brotar ya, como alternativa a la caída de una sanidad hipertecnologizada? Quizá se desempolven, por fin, los libros de Iván Illich. 

Si el fin de la era del petróleo  desinfla a los estados y estos desatienden a los más débiles  y los presupuestos se orientan a los sistemas de control, ¿qué será de los cuidados en una era de aislamiento ciudadano, donde se entregaron las atenciones a la organización estatal? Es tiempo de pensar el  futuro y crear nuevas formas ¿Cómo hacemos para en nuestra vejez vivir sin un sistema de pensiones donde la familia se ha desintegrado? ¿Cómo nos organizamos para cuidarnos y sanarnos? ¿cómo nos organizamos para transmitir los saberes en un mundo de estados menguantes?  Cómo hacemos todo esto nosotros, ya, a modo de siembra, antes de que llegue la barbarie y nos encuentre sin recursos. Todo proyecto emancipador y autoorganizativo que funcione en los tiempos del Gran Declive germinará y será referencia. En un mundo donde nada funciona, se vuelve la mirada a los modelos, aún modestos, que están en marcha

Es ahora cuando más hace falta debate y alternativas a la sociedad industrial. La tarea cuanto menos  es urgente, y no podemos esperar soluciones que nos lleguen desde arriba. “Los posibles cambios futuros vendrán principalmente de abajo arriba,  con formas de democracia radical, y a través de la transformación, organización y el conflicto social, y no de arriba abajo, concedidos graciosamente desde el poder. Eso no ha sido nunca así, ni lo será ahora. Sin esa presión desde abajo no habrá cambios reales” Nos cuenta Ramón. 

En realidad, no es tiempo para la paralisis, la tarea es apasionante y creativa, y también ingente. Se trata de reconstruirlo todo, de abandonar algunos mitos, como la fé en el progreso sin límites y la creencia en que las tecnología s complejas lo solucionarán todo. No es tiempo de esperar a que nos convoquen. “Es por eso por lo que es preciso enfrentar la realidad y atreverse a imaginar el futuro, aunque nos cueste, pues será la forma también de poder entender hacia donde podemos ir, o nos llevan, y cómo y cuándo podremos condicionar una deriva que en gran medida nos desborda. Es importante imaginar el futuro, pues no en vano lo van a hacer las grandes estructuras empresariales y estatales para poder adelantarse al mismo y condicionarlo. Es ahora por tanto de que lo hagamos nosotros, los que abogamos por un cambio profundo del sistema  urbano-agro-industrial” nos avisa Ramón Fernandez Durán



3 comentarios:

Unimouse dijo...

Sin duda, Dominguet: tomar las riendas es la única solución (y la única posibilidad de ser un humano decente)

Pero si lo hacemos bien causaremos pérdidas (o reducción de ganancias; para ellos es lo mismo) a los "héroes del mercado". Ni siquiera soportan la sensación de pérdida de control.... No, no creo que se resignen a vernos marchar. No pueden. Su existencia depende de esto.

Una visión bucólica puede ser atractiva. Es necesario soñar. Pero también es preciso planear. En concreto, hay que diseñar el plan que les mantendrá lejos de nuestros hijos.

Y nuestro oponente no es flojo: esa basura homínida, esos parásitos sociales que consideran que el altruismo es un fallo de gestión, son la peor plaga que ha asolado este planeta y la más pertinaz. Ójala ignorarles sea suficiente para estar a salvo de ellos. Ójala no tengamos que volvernos severos.

Aunque su error sea hijo de la estupidez, y eso siempre debe movernos hacia la clemencia, no podemos olvidar que tienen las manos manchadas de sangre y de dolor, que se las manchan con gran facilidad, y que son los responsables de toda esta desgracia.

(Y sí, estoy cada vez más cabreado)

Pellicer

Dominguet dijo...

Donde no hay oportunidad de negocio te dejan hacer. En realidad el caso de Detrit es paradigmático. Durante cuarenta años no han conseguido, "reactivar la economía" esto es, seguir creciendo. 2/3 partes de la población se las ha pirado y otras 2/3 partes del territorio no puede ser mantenido. El presupuesto municipal se va en mantener la moderna city financiera. Por primera vez, desde el estado, se habla de reducir la ciudad. En realidad, no es buen rollismo. Simplemente, el dinero se está largando de allí también. Si, me parece que nos van a dejar las ruinas.

Unimouse dijo...

Oh, Dominguet, ójala tengas razón y podamos cultivar tomates y poesía en un paisaje post-apocalíptico sin apocalipsis (dijo Elliot que el mundo acabaría, no con un estruendo, si no con un silencio: el silencio entre los melones y las lechugas, leyendo o echando la siesta bajo un limonero, ese es el que quiero yo)

Pellicer

 
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