jueves, 6 de marzo de 2014

Sobre las explosiones en Mandril

Pero al final la tecnología lo arreglará todo. Si no quiere explotar, si no quiere ser convertido en música por un demiurgo loco, tiene que llevar para siempre puesta una pajarita y esas modernas gafas.

¡Hay explosiones en Mandril!

Hay explosiones en la ciudad. No imaginen que ETA ha regresado o que los viejos han tomado conciencia y han envuelto sus cuerpos con cinta aislante y dinamita. Se trata de algo mucho más grave, más incontrolable.

Van aquí y allá, a algún lugar, al trabajo, a una cita, regresan a casa, de compras y de repente explotan. Llamamos por teléfono y nadie contesta al otro lado, por un momento tememos que también le haya pasado, como a tantos. Paseamos por la ciudad y nos inquietamos por esas huellas, como sombras, de aquellos que explotaron sin darse cuenta. En cualquier momento podría ser yo el que explotara, así que trato eliminar de la mente cualquier pensamiento que relacione que tras una explosión hay un ser humano que ya ha desaparecido.  Me concentro en las explosiones y creo escuchar un ritmo. Es música. Miles de hombres y mujeres están explotando en la ciudad ahora mismo ¡Son tan solo instantes, una nota de una canción!



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