"¿Me escuchas Hannah? Donde quiera que estés, ¡mira hacia lo alto Hannah!!
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¡Salvemos al barbero judío!
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¡Salvemos al barbero judío!
En "El Gran Dictador" de Chaplin, Hynkel, Dictador de Tomenia se encuentra desbordante de actividad ¡No puede parar!
Dicta cartas, tiene reuniones al más alto nivel, ensaya nuevas armas, seduce a sus secretarias, toca el piano, elimina a sus enemigos y posa para la posteridad. Ahora, en 2009, el autor de este periodiquito puede decirlo ¡Después de 70 años Hynkel ha vuelto! Y tiene la forma de un hombre moderno. Hace tantas cosas el nuevo Hynkel que paradojicamente no hace nada, aunque eso si, precipita el mundo hacia el desastre. Pero el nuevo Hynkel se mira al espejo y encuentra la imagen de si mismo invertida, es decir, la de un hombre psiquiatrizado, como el barbero judío de la película. ¿Tendrá que ser ese hombrecillo, precisamente, el que acabe devolviendo la razón al nuevo Hynkel? ¿O acabará el hombrecillo esta vez y para siempre en un campo de concentración medicalizado?
Dicta cartas, tiene reuniones al más alto nivel, ensaya nuevas armas, seduce a sus secretarias, toca el piano, elimina a sus enemigos y posa para la posteridad. Ahora, en 2009, el autor de este periodiquito puede decirlo ¡Después de 70 años Hynkel ha vuelto! Y tiene la forma de un hombre moderno. Hace tantas cosas el nuevo Hynkel que paradojicamente no hace nada, aunque eso si, precipita el mundo hacia el desastre. Pero el nuevo Hynkel se mira al espejo y encuentra la imagen de si mismo invertida, es decir, la de un hombre psiquiatrizado, como el barbero judío de la película. ¿Tendrá que ser ese hombrecillo, precisamente, el que acabe devolviendo la razón al nuevo Hynkel? ¿O acabará el hombrecillo esta vez y para siempre en un campo de concentración medicalizado?
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