miércoles, 24 de junio de 2009

El campesino bajo la transgenia



Micro introducción a la lectura de "El campesino bajo la transgenia"


Hace algún tiempo Dominguet leyó "El alma del hombre bajo el socialismo" de Óscar Wilde, que irradiaba fascinación y esperanza en el maquinismo. Dominguet decidió entonces escribir este pequeñito libro que les ofrecemos a continuación "El campesino bajo la transgenía" un documento único desbordante de esperanza y amor a la humanidad y en los bichos. Lo hizo bajo pseudónimo de su propio pseudónimo, autodenominándose Óscar M. Edliw, convirtiéndose en un clásico desconocido, sin darse cuenta.

El campesino bajo la transgenia

La naturaleza es imperfecta, ¿o acaso no lo demuestra la existencia de pollos con dos patas cuando pudiera haberlos de seis? Imagínese por un momento que el ganado de su propia granja saliera diariamente de ella y le trajera importantes emolumentos. ¿No es hermoso? Hasta el activista anti-industrial de turno quedaría maravillado ante tal suceso, y superado definitivamente por la técnica abandonaría su activismo para solicitar una vacante en la industria biotecnológica, que tanto necesita, por cierto, de ex-radicales. Efectivamente, el campesinado volverá a ponerse en marcha, pero esta vez alegre, con la satisfacción de ver todos los dias como se hace más rico. Se acabó por fin estabular y el pastoreo. La piara, el rebaño y la manada se autoregularán, satisfaciendo sus propias necesidades y procurando, ¿por qué no?, un importante servicio a la comunidad. Déjenme que les explique: el ganado que les propongo irá directamente al matadero por su propia voluntad, en asientos de primera y pagando ellos mismos el billete, ¿es cruel? Asómense por la mirilla de la realidad y observe el presente y como se transporta al ganado hacia su último destino: masificado, enfermo entre las heces de sus congéneres, en un trayecto terrible, pereciendo de ser antes de llegar al matadero. Humanicemos la ganaderia, esta es la consigna. Ahora todo será más limpio y fácil. O dicho de otro modo, lo que aquí tratamos es la superación a las resistencias a la introducción generalizada de químeras transgénicas. Pero no teman, esta palabra que tanto inquieta algunos será finalmente su pasaporte hacia un mundo más justo y bello, donde la obligación de trabajar dejará paso a la creatividad para emancipar, por fin, al género humano. Y en semejante mundo, que ya está aquí, las bestias deberán ser tratadas con los mismos derechos y deberes que la ciudadanía. Liberar a los animales de la autoridad opresiva del rebaño, liberarlos de las inseguridades de la vida salvaje; este es nuestro programa, llevarlos por las sendas del conocimiento, d ela belleza, del arte. Hacerles en definitiva humanos. Pero no teman, ¿acaso el hombre no se liberó del trabajo degradante gracias a las máquinas? Al satisfacerse de bellas ropas e higiénicos alimentos, el hombre, es cierto, dependió de ellas y nos esclavizó un poco, pero ahora, cuandos las las cosas sean como deben ser, la máquina servirá para siempre al hombre. Los griegos tenían razón, la cilivización necesita de sus esclavos. No nos cabe duda, sin esclavos para realizar las tareas más repugnantes y penosas, nunca podríamos dedicarnos a lo hermoso. ¿No han pensado ustedes que las quimeras transgénicas pudieran manejar estas máquinas, y qué estas quimeras podrían conducirse por una jornada laboral humanamente razonable, establecida por algo parecido a una asociación de quimeras dispuestas siempre al diálogo?, ¿Se imaginan que las uimeras biotecnológicas pudieran ocupar el lugar de la máquina allí donde esta no ha llegado aún? Algunos dirán que esto supondría alienar a las bestias, ¿seguro?, ¿acaso el estado de cosificación en el que permanecian mejora lo que ahora proponemos? Lo que exigimos, y es una demanda de la humanidad entera, es que las bestias de ayer, las quimeras del mañana, tengan su propio salario, que paguen su propio alquiler y compren los delicados vestidos que pronto necesitarán. ¿Pero como serán estas quimeras transgénicas de las que no ceso de maravillarme? Serán sencillamente como usted. Con sus mismos deseos, inquietudes, angustias, pero sin estar sometidos a la barbarie de la infelicidad y el dolor. Serán, con seguridad, mejor que nosotros. Llorarán, claro, cuando su amante se haya transformado en un plato precocinado, pero al día siguiente volverá la alegría a sus rostros y realizarán las tareas con la dignidad de una auténtica quimera transgénica. Serán pues, dichosas. Las quimeras transgénicas tendrán apariencia humana y un noble corazón, sin poder jamás poder escapar de su condición de solomillo. Su sabor y textura serán exquisitos. Podremos decir, sin riesgo a equivocarnos, que nunca habremos probado nada igual. No serán pues una copia, un plagio o una falsificación, ellas serán, se lo puedeo asegurar, el original. Estas bestias entrarán en las minas allí donde la máquina todavía no puede acceder, y el minero por fin, podrá confraternizarse con la humanidad. Atrás quedarán los desórdenes, las revueltas incendiarias, la guerra. A partir de ahora nos alumbrará la edad de oro, llegará de una vez por todas la paz social. Si, estas bestias biotecnológicas serán como usted, si usted lo desea, con su mirada y su rostro. Será su propio rebaño incorporándose en la madrugada para dirigirse a la actividad laboral que le permita a usted y a ellas ser un poco mejores. Sanas, atléticas, bien cuidadas, bien dormidas y bien nutridas de completos alimentos que tarde o temprano pasarán a la cadena alimentaria y a su menú del dia. No amigos, no rechacemos el porvenir, no rechacemos lo inevitable, pues los dias mejores ya están aquí. Liberémonos de la carga diaria del trabajo forzado y alienado para entregarnos a los placeres sin fin. Otorguemos a las bestias el estatus de ciudadano, ¡ellas ya lo están demandando!, y esperemos sin temor y alegría este amanecer de la humanidad, el alba de las bestias biotecnológicas con las que podremos, por fin, ir de la mano hacia horizontes jamás soñados por el hombre.

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