Al despertar Dominguet encontró a este señor en la cama
Despertar junto a Walt Whitman
Ha amanecido. En la cama de Dominguet hay un tipo con flores en la barba. No tiene Documento Nacional de Identidad. Se desespereza. Al parecer es Walt Whitman
Dominguet: ¡Naranjas de la china! ¡Pero si eres Walt Whitman! ¡Y en mi cama! ¡Y desnudo!
Walt Whitman: Yo soy Walt Whitman, un cosmos, el hijo de Manhattan,
turbulento, carnívoro, sensual, que come, bebe y procrea.
Dominguet: Solo tengo algunas frutas, queso y chocolate para desayunar ¿Te vale?
Walt Whitman: ¡Delicioso!
Dominguet: Bueno, cuéntame, ¿como has llegado hasta aquí sin ropa? ¿Cómo es que no te oí al entrar?
Walt Whitman: ¿No lo recuerdas? Ayer al atravesar el parque, buscaste un atajo y te aventuraste caminando por la hierba. Te lo dije hace años: si no me encuentras en un lugar búscame en otro. Si me buscas de nuevo, encuéntrame bajo la suela de tús zapatos
Dominguet: ¿Así que eras tú aquella brizna de hierba invernal?
Walt Withman: Pues si. Retoza conmigo en la hierba, libera la obstrucción de tú garganta, no quiero palabras, ni música o ritmos, ni costumbres o conferencia, solo amo el arrullo, el murmullo de tú voz valvada
Dominguet: ¿Ahora? He dormido fatal. Mi voz es más bien aflautada
Walt Withman: Recuerdo cómo una vez estábamos acostados en una mañana igual a esta, cómo pusiste tú cabeza sobre mis caderas y delicadamente la volviste hacia a mi, y apartaste la camisa de mi pecho, y hundiste tu lengua hasta mi corazón desnudo, y te estiraste hasta tocar mi barba.
Dominguet: ¿Era yo? No lo recuerdo
Walt Whitman: Desnúdate, no eres culpable ante mi, no estás marchito ni descartado, veo a través del paño y la tela de todos modos, estoy alrededor, tenaz, codicioso, incansable y no puedo ser alejado
Dominguet: Vale, vale, me desnudo, ¿pero no quieres tomar conmigo una taza de té?
Walt Whitman: ¡Ah! Fenomenal, un desayuno desnudo. Y después un baño. ¿Recuerdas? Durante largo tiempo has chapoteado timidamente, agarrado a una tabla junto a la orilla, ahora quiero que seas un nadador intrépido, para zambillirte en medio del mar, emerger de nuevo, hacerme una seña, gritar y risueñamente sacudir tus cabellos
Dominguet: Vale, pero no garantizo nada. No sé nadar.
2 comentarios:
Los que no van a morir te saludan, Dominguet.
Hace tiempo que llegué a una certeza: la literatura es el único método infalible para hablar con los muertos; lo que ignoraba es que se atreviesen a presentarse en tu propia casa para tomar contigo un almuerzo desnudo.
Tus conversaciones en la cuarta dimensión van a acabar poniéndonos a todos los pelos de punta.
Ah, no es nada. Lo tengo comprobado. Cada vez que me duele la garganta al tragar aparece alguien desnudo en mi cama o con un bigotillo ridículo sobre un sobre un pino de la Casa de Campo.
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