Instantanea de un gran centro expendedor de explosivos para los mandrileños.
Explosivo popular
Un explosivo letal, capaz de estallar inesperadamente, es todo lo que necesita el pueblo. Y nada más.
¿Quién no ha sentido que un día podría explotar? La historia del libre mercado, la sociedad industrial y de consumo se cubre de héroes anónimos que día explotaron por sorpresa. Nos resulta imposible cuantificar cuantos mandrileños mueren al año a causa de estas explosiones inesperadas. A nadie le importa. Sus nombres deberían grabarse en oro en la maravillosa historia del capitalismo industrial, pero no hay espacio suficiente para ellos. Dieron su vida entregados a un mundo que en realidad les importa una mierda. Con el estómago lleno. Ese estómago que más tarde colapasará. Es fácil encontrar el principio activo del explosivo del pueblo que miriadas de mandrileños buscan a diario en los supermercados. Dominguet lo tiene permanentemente en su nevera.
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