En el barrio de Dominguet es más fácil ver en la noche oscura
Cosas que hacer en Mandril
En los tiempos modernos es fácil acercarse a un cuarentagenario de Mandril y quitarle el tiempo. Se quedará estupefacto, es cierto, pero seguirá haciendo la misma vida de siempre, pero con menos tiempo.
En estos tiempo es fácil acercarse a un cuarentagenario en Mandril y quitarle el bolso. Se quedará en silencio. Es fácil hacerle envejecer prematuramente, reducir algunos centímetros cúbicos su cerebro, privarle de una vida privada de vida, darle con una cachiporra en la cabeza. Seguirá callado.
En los tiempos que corren es fácil arrebatar el niño de un cuarentagenario mandrileño y arrojarlo a un abismo negro. Le da absolutamente igual. Es fácil clavarle palillos mondadientes en la espalda, llenarle de piedrecitas los zapatos. Él seguirá caminando, mal, es cierto. Es fácil contarle las veinticuatro horas del día mentiras, insultarle día y noche, aislarle en un cubículo, meterle el dedo en un ojo, sacarle punta la nariz, entaponarle los oidos con pegamento, llenarle de botox la cara, enviarle a la nada.
Sin embargo, en el barrio fantástico de Dominguet, todo es posible. Se recupera el tiempo. Se dice "¡No!" con vigor cuando alguien trata de golpearte con una cachiporra en la cabeza, el cerebro crece algunos centímetros más, la vida se abre ante uno
En el barrio de las maravillas de Dominguet los niños tienen futuro. Los amigos te arrancan los palillos mondadientes clavados en la espalda, es fácil ver en la noche oscura y descubrir la poesía en los días ruido y tormenta.
En el barrio de Dominguet se toman solares y se toman viviendas, siempre hay minutos de sobra para encontrarse con quién se ama, se abren las asambleas a cualquiera y cualquiera guarda un sol en el bolsillo. El secreto del rejuvenecimiento se encuentra en el puño. Una pancarta enorme puede verse desde el espacio exterior.
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