sábado, 21 de junio de 2008

transmutación de las piedras en hachis

¡Alquimia para malandrines!

Los alquimistas del pasado fracasaron en su intento de trasmutar la piedra en oro. Sin embargo reunieron con precisión la documentación necesaria para transformar el ladrillo en costo.

Al principio fué la ciudad de Mandril. Aparecieron montoncitos de hachis por doquier. En aceras, servicios públicos, ministerios, iglesias. La materia se trasmutaba en costo. El ejército requisaba toda sustancia psicoactiva que manaba del asfalto y de los parques públicos. Hubo algunos detenidos, incluso disparos para intimidar a los fumetas que arrancaban kilos de costo que crecía espontaneamente sobre la carrocería de los autos. Es cierto que murieron niños por las explosiones provocadas por los tanques en la calles. Pero nada podía hacerse. El hachis brotaba en el interior de la nevera de cada ciudadano, de los grifos, entre las sábanas. Podía decirse sin género de dudas que toda la ciudad estaba fumada, produciendo, evidentemente, gran absentismo laboral. Y esto, era intolerable. A medida que la ciudad de Mandril fué transmutandose en una gran mole de costo, la inquietud fué sacudiendo el mundo de las finanzas internacionales. Así, presionados por un temor creciente, se decidió evacuar Mandril con el fin de incendiarla. Y así se hizo. Una gran nube psicoactiva envolvió al mundo. El planeta entero estaba colocado. Nadie iba al trabajo, nadie obedecía a nadie. Nuevas formas de relacionarse entre los hombres comenzaron a construirse.


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En una sociedad en que la base de la economía fuera el hachis esta imagen sería intolerable

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