¡Una ciudad nómada!
Cada cinco años, una vez liberada la ciudad, los habitantes de Mandril cambiarán de casa. Quizá a una peor, quizá a una mejor, eso nadie lo sabe.
Cuando uno vive más de cinco años en un mismo domicilio se vuelve poco a poco más imbecil. La higiene púbica debería velar vara evitarlo, pues la imbecilidad es muy contagiosa. No se cual será el sistema para acceder a una casa cada cinco años ni cuales serian los criterios, pero yo prefiero el azar, que es el más injusto de todos, pero al mismo tiempo es el más igualitario, pues quien hoy duerme en un palacio, quizá mañana duerma en un diminuto piso, y viceversa. Ya lo sé, la gente dirá "¡Qué gilipollez!" "Nadie cuidará de nada" "La ciudad quedará hecha una ruina". Eso habría que verlo. En cualquier caso nadie puede objetar que si una ciudad se convierte en escombros porque nadie la asume como suya, es decir, porque realmente si es de todos, solo significa que es la ciudad que verdaderamente se merece esta generación de mandrileños.
La posesiones de cada cual solo cabrán en esta maleta
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